El verano se acerca y con él las mangas cortas, las piernas depiladas y unas ingentes cantidades de rayitos de sol. En verano estamos todos mucho más guapos, dónde va a parar, será porque desaparece esa ropa de uso cavernario tan habitual del invierno o porque el moreno playero nos da un lustre glorioso, como de buena salud y buena alimentación.
Nada nos obliga a huir obsesivamente del sol porque tiene efectos beneficiosos de sobra conocidos, pero sí deberíamos evitar en lo posible esas frituras innecesarias que nos confieren aspecto de crustáceo marino a la plancha y dejan una huella indeleble en la memoria de nuestra piel.
Con los niños el cuidado debe extremarse aún más debido a esa extraña tendencia suya a no parar quietos y a no hacer nada de lo que se les dice. Los niños nunca han sido muy de estar a la sombra, ni de protegerse, ¿para qué?, así que deberemos estar pendientes para que el sol no envejezca su piel antes de tiempo y evitar así volver de la playa con un niño jubilado de la mano que sólo quiera pararse a ver obras y jugar al dominó
Dependiendo de la reacción de la piel a la exposición solar podemos catalogar a las personas, niños incluidos, en diferentes fototipos.
- Fototipo I: Dícese del niño de piel lechosa o muy pálida, a menudo pelirrojo, del que nuestros amigos suelen decir: “Te ha salido un niño extranjero”. Tiene mucha tendencia a quemarse y casi nunca se broncea. Con muchas pecas, como los muñecos. A estos niños habrá que darles crema protectora solar de factor 156 y repetir la operación cada vez que el pobre incauto pase ante nuestros ojos. Conseguiremos protegerle y también hartarle.
- Fototipo II: Dícese del niño con piel clara que siempre se quema pero que a veces adquiere un ligero bronceado, el típico niño que parece que ha veraneado, pero poco. A estos niños también hay que darles crema protectora solar de factor 156 y repetir la operación todas las veces que podamos y él o ella nos deje.
- Fototipo III: Dícese del niño de piel clara tirando a morena que a veces se quema y a veces se broncea. A veces tiene pecas. Es un fototipo francamente voluble y nunca sabes por dónde te va a salir. A estos niños también hay que darles crema de factor 156, no vaya a ser.
- Fototipos IV, V y VI: Niños de piel morena que nunca se quema, un día se quemó, cuatro pelos se arrancó. Son los más envidiados porque están fantásticos, saludables y reguapos hasta en esos días mortecinos del mes de enero donde el resto de los humanos tenemos la cara mustia. A estos niños también hay que darles crema solar de factor 156 porque las madres somos madres y no está en nuestro ADN lo de fiarnos.
Una vez determinado su fototipo y el factor a utilizar, proteger a un niño del sol consiste básicamente en perseguirle por toda la piscina, río, mar o recinto acuático cualesquiera, agachada y en postura poco honrosa, bote en mano, dispuesta a impregnarle como si la crema no costara.
Abrazar al crío o cogerle en brazos después del proceso no es muy recomendable porque si aprietas mucho se te puede escurrir. Es sumamente importante, ojo, impregnar toda la superficie corporal que esté expuesta al sol, incluyendo las orejas, las corvas, los empeines y esa zona que une la cabeza al cuerpo de todos los vertebrados, más conocida como colleja. Que a veces pensamos que sí, pero no, y luego gritan cuando les pones la camiseta.
Toda madre que se precie lleva sobre el hombro cada verano una bolsa de playa del tal volumen que ya la querría para sí un sherpa o la tournè de una folklórica, llena de botes diversos de olores golosos que siempre pierden el tapón. Como consecuencia de ello, raro es el verano en que su móvil no termina también impregnado de crema solar, sobre todo en el orificio por donde se enchufa, lugar en que debe convivir apretada con restos de arena de playa y alguna que otra alga.
El nivel MegaPro de protección solar a menores lo ostentan esos padres que pasean a sus hijos por las playas patrias ataviados con camiseta, gorra, guantes, pantalón de pana y calcetines, aunque estemos a primeros de agosto y en Cádiz. Eso más que prevenir, es extasiarse, y tampoco hay necesidad.
Cuídense ustedes, protéjanse de los empachos, los peces que pican y del sol, pero disfruten y expriman el verano, háganme el favor…